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Foto del escritorDaniel González

Jota de la Espadaña, espectáculo folklórico

Actualizado: 10 feb 2021

Una de las más espectaculares danzas folklóricas de Valladolid es esta pieza que destaca por el estilo jotesco y gimnástico de su coreografía. Su rasgo más característico viene de la torre o “espadaña” humana y femenina que se construye en forma de semicírculo al final de la danza, precedido por una repetición de ritmos de jotas al son de la dulzaina.



La bailan un total de 12 personas, que forman torres humanas en parejas y tríos, y simulan el elemento arquitectónico común de muchas iglesias de España, la espadaña. Una vez formada, los danzantes tocan las castañuelas y pasado un tiempo empiezan a desmontarse las torres, quedando solo una en pie, la principal y central, formado por una pareja, que empieza a bailar y moverse por el escenario.


Por sus características, esta pieza conlleva una elevada dificultad, pero el espectáculo y asombro que origina motiva al Grupo Pilarica para representarla como colofón final en algunas de sus actuaciones, tanto fuera como dentro de la provincia, causando una considerable expectación y admiración por el público.


Procedencia


Esta danza fue representada también por la Sección Femenina en numerosos concursos de danzas en los años siguientes a su incorporación al repertorio folclórico vallisoletano. Sus orígenes proceden de la localidad vallisoletana de Valdestillas, cuando se formaba esta torre en honor a la Virgen de los Milagros cada 10 de mayo, en una procesión por las calles de la localidad, donde los vecinos lanzaban vivas a las autoridades y a la patrona.


No obstante, este estilo de baile tan acrobático tiene su representación por toda España, como los simbólicos Castells en Cataluña, los cuales se dice que son una evolución de un baile valenciano más antiguo conocido como la Muixeranga, donde al contrario que los Castells no prima la mayor altura de la torre humana, sino una intencionalidad representativa con sentido religioso y que incorpora también baile.


Y si echamos la vista al antiguo Baile de Rueda castellano celebrado en las festividades de los pueblos, también era común por los mozos formar castillos con peligrosos saltos gimnásticos, ofreciendo un verdadero espectáculo. Esta última cualidad determinó el rescate por parte de la Sección Femenina de la jota de La Espadaña, eliminando también el condicionante masculino para su baile.

Indumentaria

Como se ha dicho anteriormente, antes de su difusión por la Sección Femenina, la danza era bailada por hombres con una indumentaria propia, llamadas enagüillas, pero el carácter femenino de la Sección, configuró y perpetúo su representación actual por parte de mujeres ataviadas, en vez de con su traje habitual, con las enaguas, pololos y unas cintas, muy similar al ropaje de los paloteos (Ver Traje Regional)


Significado

La desnaturalización de esta pieza en los últimos años provocó que se extendiera un significad moderno distinto al original, donde las mujeres se subían en los hombros de las otras para ver el regreso de sus maridos o novios de la guerra. No obstante, varios autores establecen otro significado previo a su difusión tras la Guerra Civil, como Joaquín Díaz que cree son “representaciones del alma que debía conquistar con la ayuda de la Virtud la altura, el lugar elevado (castillo, torre, etc.) desde el cual mirar de frente y con ojos limpios al Creador; hay que considerarlas, por tanto, como danzas de homenaje al Santísimo



De esta manera, y como es propio del folklore, con esta danza no solo se capturan los estilos de vida de los paisanos y su adaptación al entorno, sino también la simbología arquitectónica religiosa típica de Castilla, con las regias espadañas como protagonistas.


Bibliografía

​Porro Fernández, C. A. (2001). Algunas aclaraciones en torno a los bailes folklóricos en la provincia de Valladolid. Revista Folklore, 244, pp. 119-127.

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